En tu interior

Prem Rawat-Maharaji me ayudó a encontrar en mi interior, lo que siempre estaba buscando en el exterior

Carta a una criatura encantadora (2)

Archivado en: Personales — Julio a las 10:04 am el Miércoles, Julio 12, 2006

No se por qué se quedó esta carta sin echar al buzón. Bueno, aunque con retraso, le llegará

Querida hija:

En primer lugar quisiera darte las gracias por habernos permitido disfrutar de tu presencia estos días, aunque se, que tú también has disfrutado de la nuestra; afortunados todos. De cualquier forma, vamos a echar en falta esa atmósfera amorosa que tú con tanta naturalidad creas.

Te has ido con los planes cambiados respecto a los que habías traído, pues no veías claro estos últimos; esto te ha afectado pues ha supuesto un derrumbe de tus proyectos lo que siempre es doloroso. No importa y tú lo sabes, pues todo esto sucede dentro de esa realidad cambiante que te he comentado estos días. Y no te importa porque intuyes la existencia de esa otra Realidad desde la que todo se trivializa. Puedes pensar, qué será cuando esa intuición se convierta en hecho cierto.

Pero hasta entonces, ahí estás con tus dudas y el corazón dividido en tu deseo de querer agradar a unos y a otros. Bueno, es el pequeño purgatorio por el que tal vez debas pasar, antes de alcanzar ese cielo que te aguarda. No te imagino en otro estado que no sea ese. No te imagino conviviendo con la oscuridad, pues allá donde vas, allá donde va la luz, la oscuridad desaparece; se rinde.

Esperando verte pronto de nuevo entre nosotros, recibe un fuerte abrazo de tu padre

La verdad: mi Verdad

Archivado en: Personales — Julio a las 10:59 am el Lunes, Mayo 22, 2006

Hace unos días, leí un escrito de Brisa, a quien muchos de los que entráis en este blog ya conocéis y los que no, recomiendo que leáis pues escribe maravillosamente. El escrito trataba sobre la verdad. Yo dejé mi comentario y me he ido leyendo todos los que se han ido publicando. Bueno, he podido comprobar, que cada uno de nosotros, o la mayoría, tiene un punto diferente del resto sobre el tema.

Hoy, quiero ampliar un poco el mío. En mi comentario, me hacía la siguiente reflexión: Un niño tiene hambre; llora; le dan su alimento; deja de llorar y sonríe satisfecho. Va mojado; llora; le cambian; deja de llorar y sonríe satisfecho. Y hacía la siguiente pregunta: ¿ese bebé, busca la verdad o busca la satisfacción?.

Nosotros, adultos, ¿qué buscamos, la verdad o la satisfacción?. ¿Buscamos la verdad cuando planeamos ese encuentro con nuestro amado/a, cuando planificamos esas vacaciones en la playa o montaña, cuando compramos ese coche, cambiamos de casa,….o buscamos la satisfacción?

Antes de producirse esos acontecimientos, podemos estar ilusionados, sí, pero inquietos; nuestra mente no nos da descanso: si le gustaré hoy o no; si nos hará buen tiempo; la duda de qué modelo comprar o cuando nos lo entregarán. etc. La mente trabajando a tope y pasándoselo a lo idem.

Y si nos fijamos, esa inquietud desaparece y el climax de la satisfacción se produce, cuando se realiza ese encuentro, disfrutamos de esas vacaciones, hemos comprado el coche o tomado posesión de nuestro nuevo hogar. ¿Sabéis por que?: porque la mente está tranquila. Por un corto espacio de tiempo, ha dejado de planificar, imaginar, porque estamos viviendo el momento. No permanecerá mucho tiempo así, porque no es esa su naturaleza, pero por un tiempo más o menos largo, que siempre será más bien corto, hemos conseguido que permanezca en calma, que nos deje en paz.

Para mí, en esos cortos espacios de tiempo, que hemos alcanzado lo que nos proponíamos, en esos momentos de satisfacción, he encontrado la verdad, porque eso es lo que “verdaderamente” quiero: encontrarme satisfecho Y qué coincidencia: en esos momentos, la mente permanece en calma. Muy importante esto y que no deberíamos perder de vista: la correspondencia entre satisfacción y mente en calma.

Pero claro, esto no será por mucho tiempo, pues no es precisamente misión de la mente permanecer en calma Paradójicamente, enseguida se cansa de “descansar” y vuelve a su faena. Y a veces esa faena se manifiesta en proponernos alcanzar metas muy sublimes, muy elevadas, como la que es motivo de este post, cual es la búsqueda de la verdad. ¡Anda, que no tenéis tajo, sonreirá para sus adentros!

Mi resumen: para mí hay una relación directa entre satisfacción y mente en calma, luego se trata de que está permanezca el mayor tiempo posible en ese estado. Se puede conseguir, somos unos seres muy completitos, nos crearon sin ninguna carencia, tenemos las herramientas apropiadas, pero para descubrirlas, no debemos mirar hacia fuera sino hacia nuestro interior. Mirando en nuestro interior, conseguiremos la satisfacción y si la satisfacción es nuestra verdad, habremos encontrado la verdad. Así de simple, como no podía ser de otra forma, para que lo entienda todo el mundo.

Así lo siento yo

Suerte a tod@s en vuestra búsqueda

Invitación

Archivado en: Personales — Julio a las 12:50 pm el Viernes, Abril 28, 2006

Últimamente, l@s que entráis a mi blog, habéis tenido la oportunidad de leer distintas citas de Prem Rawat también conocido como Maharaji. Anteriormente, en algunas ocasiones, he hecho referencia al mismo en el sentido de lo que ha supuesto en mi vida el hecho de haberle conocido. Fue el acontecimiento más importante de mi vida, a partir del cual han tenido lugar todos los demás.

También he comentado en escritos anteriores, que fruto de ese agradecimiento por lo que su conocimiento ha significado para mí, me pide el cuerpo el hacer saber a otras gentes, de su existencia, y del contenido de sus conferencias. Y nada más: así de claro y así de simple.

Hay en cambio otra gente, que su experiencia no es la misma que la mía, y así, lo que dicen o puedan decir de él, está en total contraposición con lo que yo digo. Bueno, ahí están también.

Solamente quisiera apuntar una cosa: Yo, hace treinta y tres años, cuando le conocí, me podía haber distraído con infinidad de circunstancias, como podían ser, la edad que Maharaji contaba entonces, apenas un niño de 15 años; cierta parafernalia que le acompañaba, dado que al fin y al cabo era algo “importado” de la India. Infinidad de aspectos y situaciones en las que podía haberse quedado prisionera mi atención. Pero no; aquel “lo que buscas está dentro de ti” se me quedó grabado con tal fuerza, que nada ni nadie ha sido capaz de oscurecerlo. Y no quiero imaginarme lo que podría ser mi vida en este momento, si no hubiera sucedido así.

Este largo preámbulo es para invitaros a visitar la página La Paz es posible que aparece en los enlaces. En ella, podréis ver y oír distintos fragmentos de conferencias de Prem Rawat, así como noticias varias y fechas de próximos eventos.

Un abrazo

Un buen día

Archivado en: Personales — Julio a las 8:04 pm el Miércoles, Abril 5, 2006

Hoy ha sido un buen día; extraordinario. Ya por la mañana, el recibir un “buenos días” inesperado, me ha hecho presentir de que así iba a ser. Y no me ha defraudado, pues todo él se ha desarrollado en una comunión perfecta con esa compañía interior de la que tantas veces he hablado.

Y no es que haya hecho nada excepcional, más bien todo lo contrario, pues me he pasado toda la mañana y parte de la tarde, pintando nuestra habitación. A media tarde y ya finalizada la tarea, hemos dado el paseo de turno, con su correspondiente regalo y vuelta a casa.

Al llegar, ha llamado mi hija, la “Criatura encantadora”, que ha puesto la guinda al día. Después de hablar de cosas más o menos intrascendentes, al final le he preguntado: ¿Que tal tu compañero de viaje? ¿Mi compañero?; sí, tu corazón. ¡Ah, muy bien, muy bien! Y hemos estado hablando de lo bien que se va por el mundo, teniendo a ese corazón por compañía. Ni que decir tiene, que “me ha puesto” como dice alguien por Cantabria y me he despedido con un: ¡gracias!, por activarme el corazón. Y tú también me lo has activado a mí, me ha contestado. ¡Qué mejor cosa podía oír!

Este día va al saco de los buenos.

El hombre que nació dos veces. Y Capítulo 3

Archivado en: Personales — Julio a las 9:51 pm el Domingo, Febrero 26, 2006

Y volví a la oficina.

El mismo escenario, los mismos espectadores, los mismos actores, entre los que me encontraba. Todo aparentemente igual, pero con una diferencia substancial y era que uno de esos actores, Julio, regresaba con el papel a interpretar bien aprendido. Ahora sabía de qué iba aquella representación. Había entendido el juego de la Vida y en ese entendimiento, aceptado el papel que le tocaba representar. Entendido que cada uno tiene su papel, que no todos pueden ser primeros actores, pero que todos son necesarios. Y en esa aceptación, había encontrado su satisfacción, su superación, su naturalidad, su libertad.

Esa libertad recién estrenada, libre de los miedos que antes me agarrotaban y anulaban, me impulsó a interpretar papeles que nunca antes pude imaginar, aunque si soñar. ¡Qué gran ayuda la de ese Apuntador interior, siempre dispuesto a echar una mano en cualquier momento de la representación que lo requiriera!

Seguía torpe en mis movimientos, pero esa torpeza ya no suponía para mí ningún tipo de sufrimiento, porque al haberse desprendido de mis ojos la venda de la ignorancia, me permitía contemplar una perspectiva, de la que había desaparecido cualquier atisbo de tragedia o sufrimiento.

Y le cogí gusto a la representación y me atreví a entrar en la de un género hasta entonces vedado para mí, pero en la que siempre había deseado participar: la representación de las relaciones interpersonales. Mi mirada, ayer vacilante, hoy decidida, impulsada por la Libertad, se atrevió a posarse aquí y allá y enseguida encontró a la que iba a ser mi compañera de reparto. Sobre aquel escenario que me había sido negado hasta entonces, para representar el más insignificante papel secundario, iba a escenificar durante bastante tiempo, una obra de la que iba a ser primerísimo actor.

Y se crearon otros escenarios, porque había muchas obras distintas que interpretar. Y se puso especial cuidado en la decoración de uno, pensado para recibir a una serie de actores, partícipes de una representación largamente esperada. Y a él fueron llegando pequeños personajes, primero uno, luego otro, luego dos más, suponiendo la llegada de cada uno de ellos, un enriquecimiento de la obra.

Nunca se les enseñó a estos pequeños actores a interpretar papel alguno. Siempre fueron el más claro exponente de la interpretación de la libertad, sin duda porque fueron concebidos con el patrocinio de la misma. Nunca hubo actores más libres ni libertad mejor interpretada.

Nunca pensé ni soñé representaciones futuras con ellos, tal era el disfrute de la obra que se estaba desarrollando en ese momento; en el Aquí y Ahora que se estaba representando, no tenían cabida los sueños.

Nunca hubo representación de una obra, en la que las palabras, Gracias, Te quiero, Amor, fueran tantas veces repetidas.

¡Cuántas horas de monólogos y silencios con ellos en brazos! ¡Qué comunicación en el silencio!.¡Cuántas canciones susurradas al oído! ¡Qué intercambio de vibraciones! ¡Qué estar en el Presente!

Y a medida que esos pequeños actores iban creciendo, iba cambiando lo anecdótico de la obra, pero no su fundamento, que era el de disfrutar de la misma; habían entendido que para eso eran requeridos a ese escenario. ¡Qué sensación poderles expresar, ahora ya con palabras, de qué iba aquella representación!

Y como en todos los escenarios de este tipo, se presentaron en distintos momentos, situaciones conflictivas, pero ahí aparecía el Apuntador, siempre atento, para con una palabra, encauzar el argumento de la obra y hacerla recobrar su carácter festivo, sin permitir jamás un final con un cielo nublado.

Fiesta, fiesta , fiesta, todos los días festivo; ¿es posible?. Si es posible

Sería injusto si no hiciera mención de la persona, que entre bastidores, contribuyó también al final feliz de todas estas representaciones.

***

Después de lo que os he relatado, ¿podéis entender el que de mi surja un sentimiento de profundo agradecimiento a la persona que ha hecho posible todo esto? ¿Puedo ahogar el impulso de pregonarlo a los cuatro vientos, más, cuando la representación sigue teniendo lugar con el mismo aire festivo?. Cuando he experimentado a lo largo de mi vida, como una de la mayores satisfacciones, el compartir algo con lo demás, ¿en nombre de qué o quien callaría? ¿Del qué dirán, de la vergüenza de otros, del miedo?. En todo caso, allá los otros con sus Muros del miedo como ha escrito alguien.

Si por la palabra de un amigo supe yo de esto, ¿puedo abortar conscientemente la posibilidad de que a través de la mía, pueda tener otra gente el mismo conocimiento?

Por otra parte, si los que pensamos que tenemos algo que decir, callamos, ¿qué se oirá en este mundo, solo ruido?

Gracias a los que habéis aguantado hasta aquí leyéndome.

Un abrazo

El hombre que nació dos veces. Capítulo 2

Archivado en: Personales — Julio a las 7:46 pm el Martes, Febrero 21, 2006

“Julio, ¿que darías tú por ver en persona a un discípulo de Jesucristo?”

No me negaréis que la propuesta no era extravagante, o al menos fantástica. Luego explicó que su hijo, había conocido recientemente a un personaje y que a raíz de ese encuentro, se había producido en él un gran cambio. Completó la información diciendo que un discípulo aventajado del tal personaje iba a dar, esa misma tarde, una conferencia en un Colegio Mayor de la ciudad.

Y aquí podría venir la gran pregunta, la madre de todas las preguntas:.¿Qué fue lo que hizo que a la hora anunciada me presentara yo en ese lugar?: ¿el Destino, la casualidad?…Sea lo que fuere, siempre estaré en deuda con el/ella, pues esa decisión haría cambiar radicalmente el rumbo de mi vida.

Tomé asiento en la sala en la que a mi llegada ya había unas cuentas personas; todas jóvenes, veinteañeras, hipies. Yo era, al menos en el vestir, una persona más bien clásica, el típico oficinista de corbata y chaqueta. Pues bien, tampoco aquel ambiente, no habitual para mí, supuso ningún rechazo por mi parte. Al poco, uno de aquellos jóvenes, que resultó ser el hijo de mi amigo, sentándose en el suelo de cara a los demás, empezó a hablar de su experiencia, de lo que había supuesto para él recibir, de manos de Prem Rawat, lo que ellos llamaban el Conocimiento; me cautivó. Aquella sinceridad con la que se expresaba, aquel hablar de corazón a corazón, aquella espontaneidad, ejercieron sobre mí una atracción irresistible.

Al poco se armó un pequeño revuelo por la irrupción en la sala de un grupo de jóvenes, acompañando a un personaje, alto, delgado, con la cabeza rapada y cubierto con una túnica color azafrán. Tampoco su llegada motivó en mi ninguna muestra de estupor o asombro; vamos, como si estuviera acostumbrado a verlo todos los días. Y empezó a hablar, en un inglés muy básico, de la mente, de nuestro interior, de la paz, de la felicidad, de la armonía, de nuestra ignorancia de ser poseedores del mayor tesoro que pudiéramos imaginar; de la finalidad de nuestra estancia en esta tierra….Por la forma en que lo comprendí y acepté, ¡cuanto tiempo habría estado esperando yo aquellas palabras!: ¡ESTO ES!, ¡ ESTO ES!, ¡ ESTO ES!, me repetía una y otra vez. El milagro ya se había producido. A partir de ese momento, iba a nacer un Julio distinto, lo presentía.

Los acontecimientos se fueron precipitando sin solución de continuidad, Al día siguiente volví a escucharlo en otra sala; pedí permiso sin sueldo y me fui detrás de él a Sevilla, Madrid… De vez en cuando, en estas charlas, el preguntaba a los asistentes si querían recibir las técnicas del Conocimiento y si entendía, que la persona que contestaba afirmativamente no estaba preparada todavía para recibirlas, el le aconsejaba que siguiera escuchando. Así me ocurrió a mí y yo le contesté: no me importa esperar, ya soy feliz.

Al poco fui a Londres donde finalmente recibí las técnicas y donde conocí a Prem Rawat entonces un niño de unos 15 años.

Volví “volao” en el viaje de regreso a Zaragoza: No me importaba siquiera que se estrellara el avión: ya no me importaba nada. Tenía la sensación de haber alcanzado en este mundo, aquello para lo que había venido a él.

Lo primero que deseas al regreso es comunicar a tus allegados, a tu familia, aquel descubrimiento, en la ingenuidad de que ellos lo van a entender como tu lo has entendido; nada más lejos de la realidad. Sobre esto, el personaje de la túnica azafrán, un santón indio, que por lo visto se había leído más de una Escritura, nos había relatado que en una de ellas, con motivo de la venida de un Maestro, se decía lo siguiente: No he venido a traer la paz sino la guerra. He venido a separar al hijo del padre, a la hija de la madre y a la nuera de la suegra. O algo así. En mi caso, no hubo ningún tipo de separación, pero sí una incomprensión total.

Mi deseo era comunicar, comunicar y comunicar; dedicarme en cuerpo y alma a esa labor. Para ello, abandoné la oficina tomando una excedencia y me fui a vivir a una comuna con quince o veinte jóvenes, de ambos sexos, grupo en el que yo era el de mayor edad. Para entonces, gentes de mi edad habían tomado también el Conocimiento.

Era tan grande aquella fuerza interior, que no había obstáculo que se resistiera a mi dedicación: dormir en el suelo; hacerme vegetariano, trabajar en empleos humildes…. En esta época conseguí uno de mis grandes logros, cual fue el dejar de fumar.

Al cabo de unos seis meses en este ambiente de convivencia y ya con los ánimos más reposados, me planteé volver a la oficina, pues entendía que desde ella, podía desarrollar la misma labor de difusión que estaba desarrollando hasta entonces.

Pero esto os lo contaré en el próximo y último capítulo

P.D.
¡Ah!, tal vez os preguntéis el por qué de la alusión a Jesucristo de mi amigo. Seguramente nació de la propensión que tenemos los humanos a etiquetar todo, a identificarlo; si no nos etiquetamos, no somos nadie. Se hablaba del Maestro, con mayúscula y anteriormente había habido otros Maestros. Y a veces ocurre que para hacer valer lo nuestro, hay que compararlo con algo conocido. Bueno, pues tal vez a esto, se debió la comparación que hizo con Jesucristo.

Confidencia

Archivado en: Personales — Julio a las 10:14 pm el Sábado, Febrero 18, 2006

Aprovechando que mi mujer no lee mis post, voy a haceros una pequeña confidencia.

Resulta que, en parte porque me gusta y en parte porque a ciertas edades te recomienda el médico que lo hagas, me doy mis buenos paseos por la ciudad. Y he comprobado que en el transcurso de los mismos, mi mirada se cruza con relativa frecuencia con otras miradas. Hasta aquí nada de particular si no fuera, porque ese cruce de miradas, me produce en ocasiones cierta satisfacción; una sensación agradable.

Me he puesto a pensar el por qué de esa sensación y he llegado a la conclusión de que tal vez se deba a que al ser la mirada una de las formas más directas de manifestación de la Vida, con ese cruce intentas, de alguna forma, captar, robar una porción minúscula de la misma.

Con esta justificación me había quedado, cuando siguiendo con el análisis del fenómeno, me he hecho la siguiente pregunta: bueno, si esto es así, ¿Por qué mi mirada se cruza solamente con miradas de mujer?

El hombre que nació dos veces. Capítulo 1

Archivado en: Personales — Julio a las 10:18 am el Jueves, Febrero 16, 2006

Quiero mostrar mi agradecimiento a la Vida por haberme permitido participar en este juego maravilloso de nacer y renacer.

***

Yo no se la influencia que puedan tener los genes de nuestros progenitores, en nuestra conformación física y del carácter; puede que tengan una influencia absoluta. En lo que ya tengo más dudas es que esa conformación, sobre todo en lo que al carácter se refiere, sea inmodificable, pues en este caso, poco tendríamos que hacer: seremos lo que nuestros genes tengan determinado que seamos y punto. O por el contrario, puede haber una fuerza, un potencial en nosotros, que una vez descubierto, sea capaz de modificar aquello que parecía inmodificable y dar un sentido totalmente distinto a nuestra vida, en la que, ahora si, nos sentiríamos más actores y menos convidados de piedra

***

“Conesica, que a las chicas no les gustan los chicos tan serios”, me soltó aquel hombre.

Yo tendría entonces 12 ó 13 años y a esa edad, solo estaba por jugar. Aquel hombre era conocido por el Maestro. El permanecía muchas veces, sentado sobre unas piedras, contemplándonos mientras jugábamos al fútbol. Mucho más tarde comprendí lo perspicaz de su comentario y también el calvario por el que había pasado, desterrado de su lugar de arraigo, teniendo que renunciar a su profesión. Era maestro en la zona republicana, bando perdedor, proscrito por tanto, y para ganarse la vida, tuvo que emigrar a la zona minera que era donde yo vivía. Seguro que no había pasado nunca por su cabeza dar aquel futuro a sus hijos.

Sí, por lo visto era serio, pero en aquel entonces, niño todavía, este carácter no me causaba demasiados problemas.

Sobre esa edad, mis padres (benditos padres) y con el fin de darnos unos estudios a mí y a mis otros tres herman@s, decidieron dejar el pueblo y marchar a la ciudad. Estudié el bachillerato en un colegio de frailes, que no dejó especial huella en mí y completé mis estudios con un título de grado medio.

Durante todo ese tiempo del Colegio y de la Universidad, aquella seriedad apuntada por el Maestro, fue conformando un carácter en exceso reservado, a la vez que alimentaba la fabricación de una serie de complejos y limitaciones, que se traducían, a su vez, en una falta de relaciones de amistad con personas de uno y otro sexo.

Como podía, iba capeando las distintas situaciones de relaciones sociales que se van planteando en la vida de cualquiera de nosotros, pero hasta entonces y al no verme obligado a convivir en un ambiente determinado, la situación no era excesivamente insufrible para mí.

Entré en la vida laboral, y ahí sí; ahí ya hubo una confrontación permanente de mi carácter con el de los distintos compañeros y compañeras. Aquéllos complejos tan largamente elaborados, tenían ahora un escenario ineludible y unos espectadores esperando su representación. Yo, acostumbrado, como mucho, a representaciones en solitario, no podía con éstas en público; me ahogaba. Y eso que tenía una moral enorme y todos los días los empezaba con la sensación de que aquel iba a ser distinto, pero no. Todos los días, y a medida que estos avanzaban, me iba creando un ambiente más hostil, un ambiente insoportable.

Fuera de la oficina, la cosa era algo distinta; solo, me sentía más libre, me desenvolvía mejor pero sin pasarme, no os vayáis a imaginar.

Hoy, no sé cómo fui capaz de soportar aquella situación durante tan largo tiempo, pues duró hasta alcanzar la edad de 32 años; demasiados días en esos largos años. Tiempo muy apropiado, por otra parte, para soñar, entre otros, proyectos en pareja que por mi carácter, me estaban siendo negados

Os podéis imaginar algunas de las crisis por las que se puede pasar estando en esa situación. Las intentaba combatir de distintas formas, incluso acercándome a la Iglesia, aunque no era muy creyente. Por momentos me rebelaba: “¡Señor, qué felices parecen!”, y maldecía a aquel Dios en quien me habían enseñado a creer.

Y un buen día, en una tertulia de amigos aficionados a la numismática que teníamos después de comer, uno de ellos me soltó el siguiente comentario:

“Julio, ¿que darías tú por ver en persona a un discípulo de Jesucristo?”

continuará

Inconsciencia

Archivado en: Personales — Julio a las 8:43 am el Martes, Febrero 14, 2006

Un niño cuando está contento, exultante, muestra su contento sin importarle el escenario en que lo hace. El no sabe de dolores ajenos, ni de situaciones especiales por las que puedan estar pasando o hayan pasado recientemente algunos de sus potenciales espectadores. No se si será debido a la naturaleza del propio niño, o será la naturaleza del propio contento, puesta de manifiesto sin el filtro de ningún prejuicio mental.

Yo, desde este rincón que representa el blog, aun no siendo niño, muestro en repetidas ocasiones mi contento, o pudiera ser, que, el contento se manifestara a través de mis escritos. En este caso, además, esa representación se está desarrollando ante un público desconocido. Y pudiera suceder que esas expresiones de júbilo, no fueran lo más adecuado manifestarlas delante de quien ha podido pasar por situaciones más o menos dolorosas.

Nada más lejos de mi ánimo molestar a nadie, pero es la naturaleza del contento, contra la que nada se puede hacer; salvo que la convirtiéramos en otra cosa. Su naturaleza pide manifestarse e imponerse a la inexistente naturaleza del descontento.

Y a esa manifestación incontrolable, le añado otro compañero de viaje, este sí consciente, cual es el deseo de manifestar y comunicar, que si yo lo he conseguido, otros lo pueden conseguir igualmente, sea siguiendo el mismo procedimiento o cualquier otro existente.

Si no me diera vergüenza podría despedirme con un:

“OS QUIERO A TODO/AS”

Carta a una criatura encantadora

Archivado en: Personales — Julio a las 11:15 am el Miércoles, Enero 18, 2006

Querida criatura:
Me imagino verte contando los días que faltan para volver a vernos, pero a la vez aceptando lo que el Destino quiere para ti en estos momentos. Me consta, que esa situación de soledad en la que en estos momentos te ves inmersa, es un poco dura para ti, pero también se, que esa pequeña cruz, que ese granito amargo, sabes como disolverlo en ese gran océano de comprensión y dulzura que la Vida te ha regalado. Aceptas que debe ser así, que debes superar la prueba y que en esa aceptación vas a encontrar el bienestar que tantas veces has experimentado

Por aquí, aun aceptándola, se nos hace bastante dura tu ausencia. Digo se nos hace, porque no es solamente a mí, sino que es a todo y todos con los que de alguna forma tú estabas en contacto: las calles que recorrías; el aire que surcabas; la gente con quien te cruzabas, todos, cuando salgo me inquieren con un gesto: ¿pero cuando….?

Pienso que sospechan, un poco celos@s, que ese andar angelical, esa vibración amorosa, esa sonrisa y mirada dulces, otras calles, otros aires y otras gentes están disfrutándolas en este momento, pero lo aceptan, porque también en esto, tú l@s has contagiado. Pienso y piensan, que todos tienen derecho a disfrutarte.

Con este pensamiento y con el deseo de que estés pronto de vuelta entre nosotros, recibe un fuerte abrazo de:

Tus padres, tus calles, tu aire, tu gente

El encanto de los dias normales

Archivado en: Personales — Julio a las 8:55 am el Sábado, Enero 14, 2006

Un poco raro sí que debo ser; lo confieso. Porque, ¿acaso no me gustan los días normales, la rutina?….. ¿Qué voy a hacer hoy?: pues lo que hice ayer. ¿Y mañana?: pues lo que he hecho hoy. Y el caso es que al final los días resultan mágicos; sí, sí, he dicho mágicos. Entonces, ¿aparecerá la magia por alguna parte?. Pues no lo sé; os voy a relatar uno de esos, mis días, para ver si vosotr@s la encontráis.

Me levanto a las siete y media; hago mis ejercicios de concentración o meditación, me aseo, desayuno y como ahora le toca al abuelo estar con nosotros, sobre las nueve y media lo llevamos al Centro de Día. Digo lo llevamos porque vamos mi mujer y yo. A la vuelta, hacemos la compra. Casi todos días compramos porque disponemos de tiempo para ello y nos gusta hacerlo así. Os aclaro que en estos momentos, con el abuelo, somos seis personas en casa.

Volvemos de la compra y entre los dos, mi mujer y yo, nunca interviene ningún hij@ en estos menesteres (tengo cuatro) y no es porque se lo tengamos prohibido, realizamos las tareas domésticas que un hogar requiere. Llega la hora de comer, fregar, después la de la siesta y más tarde sobre las cinco y media, la de recoger al abuelo.

Como a nuestra edad y por aquello del colesterol y la tensión el médico te recomienda que andes más o menos una hora, muy obedientes así lo hacemos y puesto que vivimos un poco en las afueras de la ciudad, nos llegamos hasta el centro de la misma invirtiendo más o menos el tiempo aconsejado. ¡Todos los días por la misma ruta y hablando de los mismos temas!; entre los que ocupa lugar de preferencia, como no podía ser de otro modo, el tema de los hijos. Me olvidaba: para que tenga más aliciente el viaje, nos regalamos un café con leche y churros. La vuelta la hacemos en el bus.

De vuelta en casa, ya os podéis imaginar lo que queda: preparar la cena, recoger, un poco de tele, noticias oídas y escritas, ordenador y a la cama.

Ya en ella, no tengo por menos que exclamar: ¡Gracias!. Gracias, por este día maravilloso que me has dado. Que ¿a quien se las dirijo?: no lo se; a nadie en especial. Será a la Vida, al Destino, a la Comprensión, pero las lanzo. Gracias por este día mágico.

Pero; ¿dónde puede estar la magia?. ¿Estará acaso en esas acciones mil veces repetidas, en esas conversaciones sobre los hijos, en ese camino mil veces recorrido? ¿En el abuelo, en el bus, en los churros….?.

Yo se donde está la magia: Está en ese Aliento, portador cada uno de ellos de la Vida. Y mejor que en el Aliento, en la consciencia de él. Y así sí, todo se explica. Esa Vida, en sus múltiples facetas, lo impregna todo, todos los instantes de nuestros días, Así, sí, da gusto ir por la vida sin necesidad de estar constantemente fabricándote sueños, que con la misma rapidez que los fabricas explotan en tus manos.

Permitidme soñar

Archivado en: Personales — Julio a las 2:10 pm el Lunes, Enero 9, 2006

Hace unos días invité a mi hijo, gracias a quien abrí el blog, a que leyera este escrito. Una vez que lo hubo leído, le pregunté su parecer, pues tenía yo la mosca detrás de la oreja. Me dijo: ¡hombre!, huele un poco a proselitismo.

Ahí quedó la cosa. Esta palabra, aun sin saber exactamente su significado, no me sonaba nada bien.

Posteriormente, he cogido el María Moliner y he verificado su significado exacto que es el siguiente:

Proselitismo - Celo fanático o intolerante por hacer prosélitos – No me veo yo aquí
Proselitismo Ver bajo prosélito
ProsélitoPartidario ganado para una doctrina
PartidarioSe aplica a la persona que por encontrar bueno algo o a alguien, lo sigue, lo defiende o le ayuda a triunfar – Aquí sí que me reconozco; totalmente

Una vez enterado de su significado, me he atrevido a publicarlo sin ningún temor.

**********

Como ya hay una cierta confianza entre nosotros, me vais a permitir que sueñe y os cuente lo que he soñado.

Sueño que entendéis que mi único propósito con estos escritos, es el deseo de mi corazón de comunicar, de compartir.

Sueño que todos los que habéis entrado en mi blog y los que puedan entrar en el futuro, habéis sentido o van a sentir algo especial al leer los distintos posts; algo que haga exclamar: esto no lo había oído antes pero me suena bien; me gusta.

Y que movidos por la curiosidad, ojeáis los distintos enlaces que aparecen en la portada y os detenéis en uno que llama vuestra atención: Maharaji. Y pincháis en él, descubriendo su contenido; y tenéis la sensación de que lo que estáis leyendo, cosas muy simples, es algo que hacía mucho tiempo vuestro corazón deseaba escuchar; y seguís ojeando, y vuestra curiosidad os lleva a Google y buscáis Maharaji….

Aquí mi sueño se convierte en pesadilla, cuando, movidos por esa curiosidad, buscáis algo negativo que se pueda decir acerca de él; y lo encontráis y se establece una batalla entre lo que os dice vuestra mente y lo que siente vuestro corazón; y vence vuestr…..

¡¡Uff!!…aquí termina mi sueño y ya despierto, admito que tal vez los hechos no se produzcan así; y que caso de producirse, acepto el resultado de ese combate, cualquiera que haya sido. Porque lo he aceptado otras veces, con algunos de mis más allegados como protagonistas.

Lo acepto porque Maharajá me ha enseñado a aceptar; y porque aceptándolo, voy a seguir disfrutando del maravilloso juego de la Vida

El filo de la navaja

Archivado en: Personales — Julio a las 7:45 pm el Martes, Diciembre 13, 2005

Me viene a la cabeza esto del filo de la navaja, porque ando estos días ¿blogeando?, pinchando aquí y allá por los distintos blogs y la verdad que es una locura. Lees unos y otros; te detienes en los que llaman tu atención por algo, especialmente en aquellos que intuyes que su autor está más de acuerdo con tu forma de pensar o de ver la vida; admiras lo bien que un@s escriben; sientes un poco de envidia en el sentido de que desearías estar lo suficientemente inspirado para que en el momento que te pones a escribir, reflejaras claramente todo lo que quieres expresar, con la misma claridad y brillantez con la que lo hacen otr@s; te admiras, tal vez, del número de visitantes de alguien; muy sutilmente, piensas en llegar a lo mismo, a que tu página sea mucho más visitada….

De pronto, me suena la alarma; me doy cuenta de que estoy caminando fuera de ese filo de la navaja que comento y corrijo el rumbo. Corrijo porque sé, que fuera de él, solo hay una carrera desenfrenada que te lleva a ningún sitio; tal vez a la locura. Corrijo porque sé, al haberlo experimentado en otras ocasiones, que permaneciendo en él, estoy en contacto con la mejor fuente de inspiración; que no tengo que buscarla en ningún sitio sino dejarla que se manifieste. Que caminando por él, voy a encontrarme con todo lo que pueda desear.

Con que nada, voy a intentar permanecer en ese filo, también lo llamo punto muerto, en ese aquí y ahora, el mayor tiempo posible. Estando en él, vendrá lo que tenga que venir. Escribo, y si mis escritos tienen que llegar a alguien, llegarán. Para mí, el simple hecho de escribir sin esperar nada, no habrá sido un tiempo perdido, porque al haber permanecido en ese aquí y ahora, habré encontrado mi dicha..

Crueles

Archivado en: Personales — Julio a las 6:59 pm el Miércoles, Noviembre 16, 2005

Ayer lloré por él. Lo volví a ver en el supermercado. La vez anterior, él, al verme, desapareció por los pasillos. Hoy en su huida, se cruzó conmigo: ¡Hola Lucas! le saludé. Hola, ¿qué tal?, respondió a la vez que sonreía y huía.
Huir, huir, huir… ¡Pobre Lucas! Toda una vida huyendo: de su entorno, de sus recuerdos, de su sombra. Huir e intentar llegar a un lugar en el que no sentirse distinto. Encontrar gente igual a él, porque, ¿sabéis?, Lucas era el simple de la clase, el tonto.
¡Qué crueldad! Señor; o ¡qué inconsciencia en nuestras risas, en nuestras burlas!
¡Qué crueldad! Señor, 54 años huyendo, sintiéndose distinto, sufriendo ser distinto.
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Ayer lloré por él. Quise de alguna forma, lavar alguna afrenta. Quise también Señor, agradecerte de que me hicieras diferente.

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