Un buen día
Hoy ha sido un buen día; extraordinario. Ya por la mañana, el recibir un “buenos días” inesperado, me ha hecho presentir de que así iba a ser. Y no me ha defraudado, pues todo él se ha desarrollado en una comunión perfecta con esa compañía interior de la que tantas veces he hablado.
Y no es que haya hecho nada excepcional, más bien todo lo contrario, pues me he pasado toda la mañana y parte de la tarde, pintando nuestra habitación. A media tarde y ya finalizada la tarea, hemos dado el paseo de turno, con su correspondiente regalo y vuelta a casa.
Al llegar, ha llamado mi hija, la “Criatura encantadora”, que ha puesto la guinda al día. Después de hablar de cosas más o menos intrascendentes, al final le he preguntado: ¿Que tal tu compañero de viaje? ¿Mi compañero?; sí, tu corazón. ¡Ah, muy bien, muy bien! Y hemos estado hablando de lo bien que se va por el mundo, teniendo a ese corazón por compañía. Ni que decir tiene, que “me ha puesto” como dice alguien por Cantabria y me he despedido con un: ¡gracias!, por activarme el corazón. Y tú también me lo has activado a mí, me ha contestado. ¡Qué mejor cosa podía oír!
Este día va al saco de los buenos.