Si alguna vez oís de alguien que os dice haber parado su mente, desconfiad de él. Hay un 99,9% de probabilidades de que os esté mintiendo.
Pero Julio, si tú acabas de decir recientemente precisamente eso…. Chissss, calla, habla bajo, no te vayan a oír… Hablaba así, aunque en realidad quería decir mente controlada, pero callada rimaba mejor
Después de esta pequeña nota de humor, que no nos debería faltar nunca, voy a contaros un cuento que sobre este tema de la mente, oí en ocasiones a aquellos discípulos indios de Maharaji, de los que alguna vez os he hablado, que vinieron en los primeros tiempos a difundir su mensaje por Occidente.
Había una vez un hombre al que se le podía definir como pobre de solemnidad: pobre económicamente; no agraciado físicamente; desafortunado en amores…y claro el hombre llevaba muy mal su desgracia, por lo que no era de extrañar que se desesperara con frecuencia y clamara pidiendo a Dios que cambiara su fortuna.
Tanto le rogó que al final Dios se le apareció y le dijo que le iba a enviar un genio al que le podría pedir todo lo que se le antojara, que todo le sería concedido. Solo le hizo saber Dios de una particularidad de aquel genio y esta era, que tenía que estar pidiéndole constantemente cosas, pues era un genio muy activo que no sabía estar parado un momento.
El hombre sonrió al oír esto último pues eran tantas sus necesidades que pensó no dar descanso un momento al genio, por lo que no le costó ningún esfuerzo aceptar esa particularidad.
Así pues, al cabo de unos días, se le apareció el genio y dirigiéndose al que le habían asignado como amo, le dijo:
-Mi amo, aquí estoy para satisfacerte; pídeme lo que quieras.
Un poco incrédulo de que aquello funcionara el hombre le dijo: Pues tráeme una casa. Y al instante apareció la casa delante de sus ojos.
Aún no había entrado en ella cuando nuevamente se le aparece el genio que le dice:
-¡Pídeme algo más mi amo!
A lo que el hombre le dijo: amuéblame la casa con los muebles más bonitos que se hayan fabricado
Al instante apareció la casa amueblada tal como había solicitado
-¿Qué más quieres, mi amo?, le inquirió el genio
El hombre un poco molesto pues no le había dejado disfrutar ni de la casa ni de sus muebles, le pidió: ¡Pues tráeme ahora la mujer más bella que hayas conocido…
Bueno, os podéis imaginar cómo continuó la cosa: Aquel genio pidiendo constantemente a su amo que le solicitara cosas y éste no pudiendo disfrutar de las que iba poseyendo, hasta llegar a aborrecer a aquél que se las proporcionaba.
Tanto fue así que un día, y no pudiendo soportar más a quien no le dejaba disfrutar de lo que tenía, suplicó y suplicó a Dios que le diera remedio a aquella situación. Dios, bondadoso, otra vez se apiadó de él y le dijo:
Mira: el problema es que incluso yo, no puedo hacer desaparecer al genio, pero sí que te voy a dar un remedio para que no te moleste más. Vas a plantar un poste, cuanto más alto mejor y cuando el genio te diga que qué tiene que hacer, tú le dices: genio, sube por ese palo y cuando llegues arriba, baja de nuevo para después volver a subir y así hasta que yo te diga basta.
Ya podéis imaginaros las gracias que aquel hombre le dio a Dios por haberle dado la solución a su angustiosa situación. Solución que funciono y con la que el hombre pudo al fin disfrutar de todo lo que poseía.
Moraleja: la mente, si no la intentamos controlar de alguna forma, nos puede volver locos