¿Creo en Dios? ¿Quién es Dios?
Esta última pregunta tal vez nos cueste un poco hacérnosla, porque intuimos no tener una respuesta clara, convincente a la misma, cuando no un cierto miedo a formularla, pues la ignorancia siempre produce un cierto temor.
Prem Rawat a esta pregunta añade esta otra: “¿llevas contigo una comprensión o una explicación?” y añade: “deberías tener una comprensión, no una explicación. Saber por ti mismo, no que alguien venga y te cuente…” (Conferencia en Asheville)
Seguro que más de una vez hemos oido a alguien decir: no, yo no practico, pero creo en Dios. Y si le preguntáramos qué entendía por tal, seguramente nos daría una respuesta acorde con las creencias que le hubieran inculcado: que si Dios es nuestro creador; que si es la Energía que mueve a todo el Cosmos; que si es un ser infinitamente bueno; que según sea mi comportamiento en esta vida me reuniré con Él cuando me muera, etc, etc.
Pero, para mí, ¿quien es Dios?
En principio no deja de ser más que una palabra; un conjunto de cuatro letras D-i-o-s. Un ente abstracto en el que desde mi más tierna edad, me enseñaron a creer y al que había que respetar y amar, entre otras muchas cosas, pero de cualquier forma, algo o alguien muy alejado e incomprensible de mí y para mí.
Alguna vez se ha dicho, que Dios es amor. ¿Ves…?, por aquí ya puedo entender algo, porque el amor, tal como comúnmente es aceptado, es algo que sí puedo percibir e identificar; que puedo comprender. Entonces, me valdría decir que cuando estoy sintiendo ese amor, estoy sintiendo a Dios. Bueno, pues muy bien. Qué más da cual sea la palabra que empleemos para definir ese sentimiento: estoy sintiendo amor; estoy sintiendo a Dios
Dios es la energía que mueve el Universo y que por tanto también me mueve a mi y mi misión es hacerme uno con ella, piensan otros.
En lo que si están de acuerdo tanto los unos como los otros, es en que ese Dios es algo o alguien infinitamente bueno. Entonces, de acuerdo a esto último, me puedo hacer una pregunta: ¿para qué creemos o más bien sentimos, que ese Dios bondadoso, cualquiera que sea la concepción que tengamos de él, nos ha puesto en este mundo?
Yo siento, que mi Dios, que no es ninguno, que ese Amor, que sí es algo, me ha puesto en este mundo, para que viva en armonía, para ser feliz. Así que, ¿sabeis que os digo?: pues que a esto me voy a aplicar y además, que esto es lo que me pide el cuerpo. Y actuando de esta forma, siento que sin creer en Dios, voy a vivir en él.
Y mi final llegará, naturalmente, y en ese punto, ese Dios, caso de existir, presiento que me va a recibir con los brazos abiertos, sonriendo, como diciendo: he aquí a uno que sí me entendió.