El tejido de la vida
No hace mucho tiempo fui a un funeral. En el cementerio había varias lápidas: “Aquí yace…”. Tuve que detenerme. No era sólo una lápida; era toda una historia. En ese lugar yacía una persona que había estado viva. Le sucedieron cosas buenas y malas. Tuvo días duros y días tranquilos, días de confusión y días de claridad. Unos días seguían la misma dirección de aquella persona y otros parecían ir en sentido contrario. Se efectuó un viaje.
¿Qué diferencia hay entre esa lápida y yo? ¿Soy algo más que una lápida con un nombre, unas fechas y unas pocas palabras grabadas en ella? ¿No es la vida algo más que eso?
¿No es verdad que hay una cosa llamada existencia que está por encima de todo lo demás; por encima de lo bueno y de lo malo, de lo correcto y lo incorrecto, por encima de cualquier valoración? ¿No crees que estamos aquí por pura bondad; que éste es un momento especial llamado “estar vivo”? ¿Hasta qué punto comprendo este momento? ¿Qué es lo que me preocupa hoy, todas las cosas que sucederán? ¿Me preocupo en lo más mínimo de algo que es más fino que el más fino de los cabellos, de algo cuya anchura, longitud o peso no se pueden medir y que es la única diferencia entre esa lápida y yo? ¿Sabes de qué estoy hablando? Hablo de este aliento que entra y sale de ti. Ésa es la diferencia.
No puedes sacar una foto de ese algo, ni pintarlo, ni hacerle una estatua; no puedes regalarlo, comprarlo, cambiarlo ni venderlo. Y es lo que hace que existas. Gracias a que viene eres el Sr., la Sra., la Srta., el Dr., el Capitán o el Profesor Tal y Cual. Y porque viene tienes la capacidad de comprender, de cuestionar, de razonar, de observar y de aprender. Todo gracias a este regalo del aliento.
La gente dice: “Soy un padre, soy una madre”. Eres un ser humano. No vemos seres humanos; vemos todo lo demás. Estoy hablando de la presencia, de la belleza que hay dentro de ti, a través de la cual lo tienes todo y sin la cual no tienes nada. Eso es real. Eso es la sencillez
Empieza a comprender esta existencia de la forma más sencilla posible, yendo a tu interior. No a partir de las ideas, sino de una comprensión. No midiendo con la balanza del “no tengo”, sino comprendiendo lo que sí tienes. Eso que sí tienes está justo dentro de ti, y lo es todo. Quiero decir, todo. Y seguirá ahí hasta el mismísimo final.
Para mí, ésta es mi oportunidad. Éste es mi momento, mi ocasión, porque estoy vivo. El viaje continúa, y yo aprendo. Me encanta aprender, me encanta comprender. Me siento agradecido por cada día. Es mi privilegio, mi alegría, un honor, recordárselo a la gente, ir por todo el mundo hablando a la gente sobre la posibilidad de estar en paz.
Prem Rawat – Maharaji