Prem Rawat-Maharaji (extractos)
Intenta abrirte a tu corazón
“Si quieres alegría en tu vida, auténtica alegría, conecta esta máquina de sentir a lo que es auténtico.”-Maharaji
Tienes una inmensa capacidad de sentir. Si la conectas al mundo, sentirás el mundo. Y lo que sientes es caótico, porque ésa es su naturaleza. ¡Bienvenido al mundo!, así ha sido siempre. Se habla de extraños fenómenos meteorológicos, como la Niña y el Niño. ¿Desde cuándo han existido los cambios climáticos? Hay un documento que data de la época de los faraones.
Un faraón tuvo una vez un sueño: siete vacas gordas seguidas de siete vacas flacas y las siete vacas flacas se comieron a las gordas. El faraón pidió a José que le interpretara el sueño, y José le respondió: “Significa que vendrán siete años de prosperidad seguidos de siete años de hambruna”. “Muy bien”, dijo el faraón, “que todo el mundo haga pan en la época de prosperidad y que lo almacene.” Así pues, cuando llegó la escasez, todos pudieron comer pan.
Bienvenido al mundo. Es caótico, y siempre lo ha sido. Sube y baja, sube y baja. Un día está bien y al otro está mal. Hay algo que llamamos alegría pero, si le quitamos la etiqueta, lo que encontramos es tristeza. No hay nada nuevo, absolutamente nada.
Si quieres alegría en tu vida, la auténtica alegría, conecta esta máquina de sentir a lo que es auténtico.
La gente es esclava de su mente. La mente pregunta: “¿Qué quieres hacer ahora?”. Te mete en todo tipo de situaciones hasta que acabas gritando, ¡ayúdame! Y entonces te dice: “Arréglatelas sólo”. Tu último pensamiento es “ayúdame” y la mente te responde:“Ya, qué más quisieras… ¡Ni hablar!”.
No olvides que también tienes corazón. ¿Lo sabías? ¿Conoces esa parte de ti que está viva y que funcionaba de maravilla cuando eras pequeño? En aquel entonces funcionaba tan bien porque lo único que hacías era sentir y sentir y sentir. No pensar, sino sentir, sentir y sentir. Y funcionaba, incluso en tus momentos más vulnerables, así era. Pero ahora nos hemos convertido en máquinas de pensar. Pensamos en todo: “¿Existe un Dios? Voy a pensar en ello”. ¿Para qué pensar en eso?
Siente, siente aquello en lo que no puedes pensar. Ábrete a tu corazón y, con los brazos bien abiertos, abraza esta existencia.
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