En tu interior

Prem Rawat-Maharaji me ayudó a encontrar en mi interior, lo que siempre estaba buscando en el exterior

Cuento de la mente

Archivado en: Cuentos — Julio a las 10:49 pm el Jueves, Marzo 12, 2009

Si alguna vez oís de alguien que os dice haber parado su mente, desconfiad de él. Hay un 99,9% de probabilidades de que os esté mintiendo.

Pero Julio, si tú acabas de decir recientemente precisamente eso…. Chissss, calla, habla bajo, no te vayan a oír… Hablaba así, aunque en realidad quería decir mente controlada, pero callada rimaba mejor

Después de esta pequeña nota de humor, que no nos debería faltar nunca, voy a contaros un cuento que sobre este tema de la mente, oí en ocasiones a aquellos discípulos indios de Maharaji, de los que alguna vez os he hablado, que vinieron en los primeros tiempos a difundir su mensaje por Occidente.

Había una vez un hombre al que se le podía definir como pobre de solemnidad: pobre económicamente; no agraciado físicamente; desafortunado en amores…y claro el hombre llevaba muy mal su desgracia, por lo que no era de extrañar que se desesperara con frecuencia y clamara pidiendo a Dios que cambiara su fortuna.

Tanto le rogó que al final Dios se le apareció y le dijo que le iba a enviar un genio al que le podría pedir todo lo que se le antojara, que todo le sería concedido. Solo le hizo saber Dios de una particularidad de aquel genio y esta era, que tenía que estar pidiéndole constantemente cosas, pues era un genio muy activo que no sabía estar parado un momento.

El hombre sonrió al oír esto último pues eran tantas sus necesidades que pensó no dar descanso un momento al genio, por lo que no le costó ningún esfuerzo aceptar esa particularidad.

Así pues, al cabo de unos días, se le apareció el genio y dirigiéndose al que le habían asignado como amo, le dijo:

-Mi amo, aquí estoy para satisfacerte; pídeme lo que quieras.

Un poco incrédulo de que aquello funcionara el hombre le dijo: Pues tráeme una casa. Y al instante apareció la casa delante de sus ojos.

Aún no había entrado en ella cuando nuevamente se le aparece el genio que le dice:

-¡Pídeme algo más mi amo!

A lo que el hombre le dijo: amuéblame la casa con los muebles más bonitos que se hayan fabricado

Al instante apareció la casa amueblada tal como había solicitado

-¿Qué más quieres, mi amo?, le inquirió el genio

El hombre un poco molesto pues no le había dejado disfrutar ni de la casa ni de sus muebles, le pidió: ¡Pues tráeme ahora la mujer más bella que hayas conocido…

Bueno, os podéis imaginar cómo continuó la cosa: Aquel genio pidiendo constantemente a su amo que le solicitara cosas y éste no pudiendo disfrutar de las que iba poseyendo, hasta llegar a aborrecer a aquél que se las proporcionaba.

Tanto fue así que un día, y no pudiendo soportar más a quien no le dejaba disfrutar de lo que tenía, suplicó y suplicó a Dios que le diera remedio a aquella situación. Dios, bondadoso, otra vez se apiadó de él y le dijo:

Mira: el problema es que incluso yo, no puedo hacer desaparecer al genio, pero sí que te voy a dar un remedio para que no te moleste más. Vas a plantar un poste, cuanto más alto mejor y cuando el genio te diga que qué tiene que hacer, tú le dices: genio, sube por ese palo y cuando llegues arriba, baja de nuevo para después volver a subir y así hasta que yo te diga basta.

Ya podéis imaginaros las gracias que aquel hombre le dio a Dios por haberle dado la solución a su angustiosa situación. Solución que funciono y con la que el hombre pudo al fin disfrutar de todo lo que poseía.

Moraleja: la mente, si no la intentamos controlar de alguna forma, nos puede volver locos

Escaleras al cielo (cuento)

Archivado en: Cuentos — Julio a las 6:57 am el Miércoles, Diciembre 26, 2007

Para subir al cielo se necesita, una escalera larga….Esta era parte de la letra de la canción. ¿La habría escuchado ella alguna vez y se la aprendió? ¿De pequeña alguien le dijo algo semejante? Desde luego siempre que le habían hablado del cielo, le señalaban hacia lo alto; muy alto muy alto, tan alto que ella nunca lo veía y por eso pensó que tal vez con una escalera…

Luego ya de mayor creyó, tampoco está muy claro como fue, que esa escalera, como toda escalera claro, estaba formada por peldaños, pero ésta por muchos, muchos peldaños y en esa creencia subir cada peldaño suponía haber superado una dificultad, así que cada dificultad que superaba, ella se sentía contenta, pues era un peldaño menos que le separaba del cielo.

Y superó muhas dificultades y escaló muchos peldaños, pero cada vez que dirigía su mirada hacia arriba, no acertaba a vislumbrar el cielo. Ella no obstante, seguía en su fe ciega. Incluso había ya aceptado de que tal vez en esta vida, en esa su vida actual, porque ella creía que había otras después, no fuera capaz de lograrlo, pero estaba dispuesta a emplear cuantas vidas fueran necesarias para alcanzar su meta.

¿Y su amigo? ¿Qué pensaba su amigo? ¿Qué le decía? Porque ella tenía un amigo que no pensaba de la misma forma sino de otra totalmente distinta. El pensaba y sentía, que el cielo no estaba allá arriba sino en un lugar mucho más cercano; tan cercano, tan cercano como era su interior.

Pero él no le decía nada. Solo la observaba, poniendo en esa observación todo el amor que sentía hacia ella.

El olivo condenado a ser abeto

Archivado en: Cuentos — Julio a las 5:28 pm el Domingo, Junio 24, 2007

Dedicado a Verde a la que creí entender, que le gustaría publicara más de mi cosecha

Érase una vez un olivo que por extraños designios del destino, empezó a desarrollarse en medio de un bosque de abetos. A ese bosque fue a parar su semilla y entre abetos empezó a crecer. Con total libertad y conforme a su naturaleza, sus ramas, fueron apareciendo por aquí y por allá a lo largo de su tronco. No había dos iguales como si jugaran a ver cual de ellas era más original y distinta a las demás. Esa diversidad de formas, contrastaba con la uniformidad y seriedad de sus vecinos, los abetos; todos igualitos. Diríamos que sus ramas crecian divertidas y si pudiéramos emplear el término feliz, aplicado a los olivos, podríamos decir que era un olivo feliz.

Un día, el encargado del cuidado del bosque, lo descubrió y se sorprendió de su extraña forma, pues nunca había visto un abeto semejante, Dado que no sabía nada de olivos, ni siquiera de su existencia, pensó que aquellas formas extrañas en sus ramas, eran debidas a una malformación en el desarrollo de lo que él creía un abeto, así que ni corto ni perezoso, se aplicó en intentar darle una forma lo más parecida a la del resto de los abetos.

Con tal intención cortó por aquí y por allá y una vez que lo hubo desprovisto de todas sus ramas, dejándolo desnudo de éstas, y con el fin de que creciera erguido, lo entubó. Lo enfundó en un tubo lo más ajustado posible a su tronco, para que su desarrollo no pudiera tener lugar fuera de los estrechos y rectos límites que el tubo le marcara.

Ya os podéis imaginar lo traumático y doloroso que todo aquel proceso resultó para el pobre olivo. Aparte del dolor de las heridas por sus ramas cortadas, él, que hasta entonces se había desarrollado en un ambiente de máxima libertad, verse comprimido y obligado a discurrir por los estrechos límites de aquel tubo, era algo que no podía comprender y que se le hacía insoportable.

El dolor de las heridas desapareció al cicatrizar éstas, pero la sensación de la pérdida de su libertad, le causó una tristeza tan profunda que murió al poco tiempo, muchísimo antes de lo que hubiera sido su longeva vida como olivo.

*****
Nosotros humanos, ¿cómo nos sentimos en este bosque de la vida? ¿Nos sentimo olivos creciendo y disfrutando en libertad, o nos sentimos también olivos entubados, encorsetados, conformados por ese “cuidador” llamado Sociedad o quien sabe por qué otros cuidadores, que hace ya tiempo nos marcaron por donde debía ir nuestro crecimiento? ¿O, tal vez, perdido ya todo vestigio de nuestro anterior ser, resignados, nos hemos convertidos en abetos?

Sea como fuere que vengamos desarrollándonos, la buena noticia es, que en este bosque en el que nos encontramos, hay cuidadores que sí saben de olivos y de abetos. Que los recorren, mostrando a todos un espejo en el que pueden ver reflejada su verdadera naturaleza. Y que aquellos que la reconocen, pueden volver a vivir con la libertad y disfrute que vivian cuando eran unos jóvenes olivos. Llega para ellos el equilibrio y la libertad de verse prisioneros de la mayor de las ignorancias. Aquella que hace que no te conozcas a ti mismo.

Y como no podía ser de otra forma, dan las gracias a quien les ha enseñado a sentir lo que verdaderamente son.

Cuento: Los 3 caminantes

Archivado en: Cuentos — Julio a las 12:40 pm el Domingo, Octubre 8, 2006

Ayer asisti a una boda que tuvo lugar en un pueblo del Pirineo. El cura era francamente majo, simpático.Yo en estas ceremonias, no es que esté muy atento a lo que puedan decir en sus pláticas, pero en ésta sí lo estuve ya que la empezó en la forma: “Os voy a contar un cuento…”

Y contó que una vez, tres caminantes llegaron a un pueblo después de una larga jornada. Miraron el lugar donde pasar la noche y una mujer les ofreción su casa. Cuando iban hacia ella, le preguntaron que si su marido estaba en la misma, y al contestar ésta que no le dijeron: mira, pues vamos a esperar a que llegue tu marido antes de entrar.

El marido llegó; la mujer le contó el incidente y esté replicó que fuera a buscarlos puesto que ya había llegado. La mujer así lo hizo, pero cuando iban a emprender el camino hacia su casa, los caminantes le indicaron que había una dificultad y es que solamente podía invitar a uno de ellos por lo que le dieron sus nombres a fin de que eligieran a uno. Sus nombres eran: Bienestar, Exito y Amor.

La mujer, con esta nueva, volvió a su casa y le explicó a su marido lo que le habían manifestado los caminantes. El marido exclamó: pues que venga Bienestar. La mujer, que ya había pensado en que el invitado fuera Éxito, le replicó: ¿Y por que no invitamos a Éxito?. A todo esto, su hija que estaba escuchando lo que hablaban y que andaba por aquel entonces enamorada, les propuso: ¿Y por que no a Amor?, con lo bonito que es el amor.

Al final se inclinaron por el gusto de la hija, así que la madre se acercó de nuevo a ellos y preguntó: ¿Quién de vosotros es Amor? A lo que uno de ellos replicó: yo soy. Pues hemos decidido que seas tú al que demos cobijo.

Así que iniciaron la marcha, cuando, cual no sería la sorpresa de la mujer al comprobar que eran los tres los que la acompañaban. Asi que indicó a Amor: ¿Pero no hemos quedado en que ibas a ser tú el único que entrara en mi casa? Y Amor contesto: Mira, si hubieras invitado a cualquiera de uno de estos dos, hubiera entrado solo, pero al invitarme a mí, siempre, siempre, me hago acompañar de estos dos.

Colorín colorado.

Y digo que me gustó el cuento, porque transmite una forma de sentir como la mía.
Hace unos días, en el post “La importancia de ser padres” de Isthar
se suscito el tema de los hijos, su problemática; la responsabilidd de tenerlos, etc. Yo comentaba que lo más importante para mí era darles amor y todo lo demás les vendría por añadidura.

Naturalmente, después de ese darles amor, durante tiempo y tiempo, para que le cogieran un cierto gusto, después digo, lo que tenían que hacer ellos era sentirlo. Pero sentir un amor profundo que nazca de su propio interior, como en forma de vibración, y no cualquier sucedáneo de amor.

Tengo la completa seguridad que ese sentimiento es la mejor herramienta para andar por este mundo que nos hemos creado o por cualquier otro pasado o futuro.

Así lo siento yo

Cuento 3

Archivado en: Cuentos — Julio a las 10:00 am el Domingo, Mayo 7, 2006

Bueno, como Julio no tenía cuento y se lo merecía, hubo que hacer uno para él. La verdad es que las entretenía mucho.

Creo que lo mejor del cuento son los dibujos, ¡como no!, de Macu.

Para aproximarlo más a la realidad, en la escena del fregoteo debiera ser yo el protagonista

Cuento-2

Archivado en: Cuentos — Julio a las 7:51 am el Domingo, Abril 30, 2006

Este es el segundo cuento de una serie de tres que escribí hace ya bastantes años. Está basado en un hecho real, pues sucedió que de unos depósitos de agua potable para abastecimiento de la ciudad, que hay muy próximos a nuestra vivienda, se produjo un escape de gas cloro. Como consecuencia de este escape, se formó una nube tóxica que invadió la zona en la que vivimos, lo que produjo el abandono precipitado de las viviendas.
El desalojo no fué muy ordenado, dado que en ese momento nos encontrábamos nueve en casa: seis nosotros, los abuelos y una tía. Unos salimos en coche y otros andando.
Bueno, el caso es que cuando todo volvió a la normalidad, echamos en falta al abuelo y a una de las niñas y esa situación es la que dió lugar al cuento.

Los dibujos son de Macu, una amiguica.

Cuento 1

Archivado en: Cuentos — Julio a las 3:41 pm el Martes, Abril 18, 2006

Un extraño Pais

He rescatado este cuento que en tiempos escribí para mis hij@s. En el mismo he querido, de alguna forma, reflejar como fué mi encuentro con Prem Rawat, dado que cuando le conocí, él era apenas un niño de quince años. Por otra parte, al escribirlo, quise también que mis hij@s empezaran a oir acerca de su mundo interior y de todo lo que él esconde.

Los dibujos son de una amiguica, Macu, que algo sabe también de esos mundos interiores.

Vamos con el cuento:

Existía una vez un extraño país llamado Tierralandia. Vivían en él muchos, muchos hombres, que tenían muchos, muchos reyes; todos eran reyes. Reyes con sus reinos, reinas, sus princesas, príncipes y sus súbditos. Para cada rey, los demás habitantes eran sus súbditos. Y así claro, ya os podéis imaginar la de líos que se armaban: que si tu eres mi súbdito; no, que soy tu rey. Las reinas, por otra parte, apoyando a sus reyes: el rey eres tú; no, que es este: no, que es este otro; un caos. Y por motivos así, se sucedían las guerras. Siempre estaban en guerra.

Los principitos, viviendo en este ambiente, no es de extrañar que desde muy tierna edad, sintiéndose atraídos por lo que hacían sus mayores, empezaran a pelearse entre ellos.

Y así, años y años pasaron sin que nadie pusiera fin a aquella situación, hasta que un día…..

Y fue un njño….

- Pero, ¿Qué hacéis? ¿Por qué estáis peleando?
- ¡Lárgate niño! ¡Déjanos en paz!, ¿No ves que esto es cosa de hombres?

El niño no entendía y le preguntó a un principito el por qué estaban luchando.

- ¡Bah!, no es nada; es por sus reinas. Uno dice que su reina es la más guapa, y el otro dice lo mismo; pero no te preocupes, siempre están peleando. Cuando no es por una cosa es por otra. Y el principito le contó al niño lo que sucedía en aquel país.

-Me gustaría ayudarles a conseguir la paz, dijo el niño.

- ¿Paz?, ¿Qué es paz?
- Pues paz es….. lo contrario de guerra.

El principito no entendía lo que quería decir el niño.

- Y tú, ¿de dónde vienes?, le preguntó.
- Yo vengo de otro reino…..
- ¡Ah!, tú también…..
- No, no, dijo el niño. Vengo de un reino sin reyes. Es solo reino. Reino donde reinas sin ser rey. Es muy difícil de explicar, ¿sabes?. Si vivieras en él, lo comprenderías

- Y, en ese reino, ¿no hay guerras?
- No, no hay guerras
- ¿Y hay príncipes con los que jugar?
- Hay miles de príncipes con los que jugar
- ¿Y de verdad no hay guerras? – el principito se extrañaba.
- De verdad no hay guerras, le aseguró el niño; solo hay paz, mucha paz. Y armonía, música…..
- ¿Música?, ¿qué es música?
- Pues….. música. Y fuentes, muchas fuentes
- Me gustan las fuentes.
- Fuentes de agua de todos los colores y sabores. Y soles, muchos soles.
- ¿Muchos soles?. Me estás engañando.
- Y ríos plateados, montañas doradas, y….- el niño le iba describiendo al principito todo lo que había en aquel reino fantástico.
- Yo quiero verlo, ¿dónde está?
- Está muy cerca de aquí – contesto el niño.
- ¿Cerca de aquí? Cerca de aquí vive el rey Ego I.
- Más cerca, más cerca.

- Más cerca vive el rey Ego II
- Más cerca, más cerca.
- Me estás engañando – dijo el príncipito, que tenía bien recorridos todos los alrededores, y no conocía ningún reino como el que describía el niño. Por aquí no existe ese reino.
- Sí que existe. ¿De verdad quieres verlo?
- ¡Sí, sí quiero, sí quiero!
- Mira: está dentro de ti.
- ¿Dentro de mí…..?
- Sí, ese reino está dentro de ti: mira….
- ¡Oh!, exclamó el principito: es verdad!.¡Es verdad, lo de los soles y las fuentes y la música! Y hasta pájaros…. Y campanas, y rios….
- Sí, era verdad
- ¿Te gusta?

El principito no respondió. Estaba viajando por aquel reino infinito.

***
***

– ¡Eh, oye, despierta!

– ¿Qué, qué pasa?
– Oye, ¿te gustaría ayudarme? ¿Quieres ayudarme a traer la paz a este país?
– ¿La paz? ¡Ah sí! La paz; no es guerra. Si claro que me gustaría, pero ¿cómo?
– Es muy fácil. Solo tienes que decirle a la gente lo que has visto dentro de ti; háblales de ese reino
– ¿Solo eso?, no me creerán
– Inténtalo.

- Sí, lo intentaré; les hablaré y les diré….

Y el principito marchó todo entusiasmado, deseoso de ayudar a toda esa gente que por tanto tiempo había estado sufriendo.

- Les contaré…..las fuentes, los soles….., las montañas….

¿Lo conseguirá?

Vosotros principitos, si alguna vez le veis, deberíais ayudarle a conseguirlo y él, a cambio, os mostrará ese país maravilloso que por lo visto existe dentro de vosotros. ¡Ah, y también dentro de mí!. A ver, a ver…¡Ah, pues sí!, ¡es verdad!; ¡es fantástico!: Soles…., fuentes…,música…., montañas….., rios…., soles…..