Desilusión
Una de las críticas que con frecuencia se hacen a Maharaji es la siguiente. Bueno, lo que dices está muy bien. Todo eso de encontrar la armonía interior, el amor; alcanzar la paz, pero, ¿y qué hay de toda esa gente que en estos momentos pasa hambre? ¿Que no tiene sus necesidades mínimas cubiertas?
Yo, a los que preguntan de esta forma, les preguntaría a su vez: ¿Tú tienes hambre? ¿Vives, en lo que se puede llamar, una situación cómoda? A lo que me contestarían seguramente con un sí. Y aún les haría una tercera pregunta: Y con esas necesidades cubiertas, ¿eres feliz? ¿Estás satisfecho de tu vida? ¿Estás en paz?
A esta última pregunta, tal vez tuviera que ser yo quien respondiera por ellos y lo haría con un rotundo no. Y digo rotundo, por toda esta gente que veo a mí alrededor. Gente que aun teniendo esas necesidades cubiertas, sus caras reflejan la carencia de otra necesidad tan o más importante que las anteriores.
Y a esa persona que se dirige a Maharaji en esos términos, le seguiría razonando: ¿Y no entiendes que todo este colectivo, numeroso, mayor si cabe que ese otro de los que pasan hambre, merece la atención de alguien como Maharaji? ¿Acaso no podría este último colectivo, por sí mismo, liberar del hambre y de la pobreza al más desfavorecido?
Ante su más que probable silencio, contestaría nuevamente yo por él: sí que podrían. Sí que podríais, pero no lo hacéis porque os falta ilusión y esta falta de ilusión hace que vuestro subconsciente os diga: ¿Y para qué? ¿Para llegar a un estado como el mío? Y sigue el subconsciente: pues para eso es mejor que sigan con la ilusión de matar su hambre, pues matada ésta, ¿qué ilusión les quedaría? ¿La misma que la mía?
Gracias Maharaji, gracias, porque tu Conocimiento me ha permitido abandonar ese colectivo de desilusionados, en el que me sentía incapaz siquiera de ayudarme a mi mismo y porque ahora, ilusionado, puedo contribuir no solamente a paliar su hambre, sino a ilusionarles con mi ilusión.