Seguro que todos recordamos aquellos días de nuestra niñez, cuando, después de haberlos disfrutado a tope, nos íbamos a la cama
Nuestra madre, antes, nos había preguntado: ¿qué tal hijo mio? ¿que tal lo has pasado? Muy bien mamá, respondíamos con una sonrisa, al tiempo que te dabas media vuelta en la cama para al instante quedarte dormido. ¡Eso era vivir la vida en plenitud! ¡La Vida en su más pura manifestación!
Vamos a dar por perdidas esas sensaciones, o todavía, haciéndolo en el lugar de nuestra madre nos atrevemos a preguntarnos: ¿Qué tal lo he pasado hoy? ¿Ha sido un día a tope, feliz, pleno?
El ingrediente principal de aquellas sensaciones, la Vida, sigue en nosotros; porque estamos vivos. Así pues…¿las vamos a dar por perdidas?