“Un ser humano, comparado con este universo, es más pequeño que un grano de arena”. Prem Rawat-Maharaji
Ayer fui a dar una vuelta con el coche a través de calles bulliciosas y lugares llenos de ruido. Luego, cuando regresé, estuve contemplando el mar. Este mar increíblemente tranquilo, y el ir y venir de sus olas sobre la playa. ¿Cuántas veces lo habré visto? Las olas yendo y viniendo, yendo y viniendo, yendo y viniendo.
Y, sin embargo, detenerme por un momento, mirar esas olas, e intentar comprender el mensaje que el mar tiene para mí. Con el ir y venir de las olas suceden tantas cosas. En apariencia puede parecer que no ocurre nada excepto ese sencillo oleaje. Y tal vez la gente lo contemple y diga: “Qué olas tan bonitas, me gustaría estar bailando entre ellas” .
Pero esas olas tienen un significado, están diciéndonos algo. Con el ir y venir de las olas en la playa, un granito de arena es trasladado de un lugar a otro; es revolcado y abandonado; mojado y secado de nuevo. Transformaciones. En la frontera en la que las dos se encuentran – la tierra, sólida y el agua, líquida– se producen transformaciones constantemente.
Del mismo modo, también nuestras vidas experimentan cambios. Las cosas cambian, nos guste o no. En general no nos gusta. En general no queremos que las cosas cambien. Intentamos conservarlas. ¡Qué lucha!
¡Qué enorme lucha! Un ser humano, comparado con este universo, es más pequeño que un grano de arena. Un grano de arena se planta allí en medio y exclama: “Lucharé. Lucharé contra el tiempo. Lucharé contra todo con tal de no cambiar, con tal de conservar mis momentos” . Pero ese océano, con bastante poca consideración hacia el grano de arena, sigue yendo y viniendo. Y el proceso de transformación continúa. Así de sencillo.
Prem Rawat-Maharaji