Me gustaría contaros una pequeña historia que sucedió en la vida real. Cuando estaba de gira por el Pacífico, una persona de Sri Lanka, uno de los lugares más afectados por el maremoto, me envió un cuenco y una nota explicando que aquel objeto siempre había pertenecido a su familia y que unos días antes del maremoto habían decidido limpiarlo. Se pusieron manos a la obra y lo pulieron hasta que quedó reluciente.
Luego llegó el maremoto, y todo lo que tenían quedó destruido, arrastrado por el mar. Al día siguiente, fueron a ver si podían encontrar algo, y entre toda la basura que se había mantenido a flote estaba ese cuenco, brillando bajo el sol. De algún modo, el mar se lo había devuelto, y allí estaba en la arena, en medio de toda la basura, reluciente.
¿Por qué es importante esta historia? Ésta es tu vida, tu existencia. Sácale brillo de forma impecable, porque nunca sabes cuándo va a venir el maremoto. La cuestión no es si va a venir, va a hacerlo, y cuando lo haga, todas esas cosas de las que nos sentimos orgullosos, todo eso que hemos marcado como nuestro, que creemos que nos pertenece, se perderá. Es como un castillo de naipes, muy delicado, al menor soplo de viento se derrumbará.
Veo ese contraste. En mitad de la devastación y la basura, hay un cuenco reluciente; no escondiéndose, sino brillando, y lo está haciendo porque alguien se tomó el trabajo de limpiarlo y pulirlo. Cada uno de nosotros es un cuenco. ¿Está ese cuenco reluciente o no? ¿Se ha manchado con todo lo bueno y lo malo, con todas las ideas, con la lista de todas las cosas que no tenemos en nuestra vida? Si es así, toma el paño y sácale brillo para que pueda reflejar la claridad, porque se trata de eso: de la claridad.
¿Qué es lo que nos hemos propuesto alcanzar? Estamos más interesados en nuestros planes que en la cosa misma que hace posibles todas nuestras listas: la vida. Sin ella, no hay planes. Las cosas que pensamos que son el adhesivo de nuestra vida no lo son; sólo lo parecen. Al margen de lo que hagas —ya estés intentando ser un buen negociante, una buena madre, un buen padre o un buen amigo— ¿qué hay en lo más hondo que te impulsa, que quiere que evoluciones?
¿Qué es lo más importante para ti como ser humano? Lo más importante es el ir y venir de esta respiración. Eso es todo. Sin ese aliento, para ti no hay nada. “¿Eso es todo?”. Eso es todo, porque en ese aliento reside mi verdad, mi sabiduría. Ése es mi reloj, mi ritmo, mi canción, mi tambor con cuyo sonido tengo que bailar.
Eso es todo lo que se me ha dado. El resto es como sujetar globos de gas. En cuanto los sueltas, se van, alejándose cada vez más. Quiero admirar lo que se me ha dado. Quiero limpiar mi cuenco para que brille y ni aun el maremoto se lo podrá llevar.
Haz que tu vida sea así. Deja que reluzca. Ésa es la posibilidad. La posibilidad es la paz, la alegría, la plenitud. Acepta eso en tu vida. Compréndelo. Para eso estamos aquí.
Prem Rawat-Maharaji