En tu interior

Prem Rawat-Maharaji me ayudó a encontrar en mi interior, lo que siempre estaba buscando en el exterior

Las etiquetas

Archivado en: Desclasificados — Julio a las 8:51 pm el Viernes, Mayo 12, 2006

No se si alguna vez nos hemos detenido a pensar, que tal vez seamos el producto más etiquetado que exista en el mercado.

Nada más nacer, ya somos etiquetados: raza blanca, negra o la que sea; datos identificativos de nuestros padres; necesarios. Luego viene la inscripción en el Registro; imprescindible. Ya, esta etiqueta, nos marca para toda la vida, pues no es lo mismo llevar un apellido que otro. Después viene el colegio y nuevas etiquetas: de pago o público; profesa una determinada religión o no; en algunos, masculino o femenino. Más tarde la Universidad, o algún ciclo o la vida laboral, lo que nos convertirá en el Dr. o Sr. Ingeniero Tal, Oficial de Cual u operario de lo que sea, pero en definitiva nuevas etiquetas.

A estas alturas, ya hemos alcanzado una determinada edad y si nos fijamos, todas esas etiquetas que se nos han ido adhiriendo, han tenido como finalidad el diferenciarnos los unos de los otros. Han trabajado y hemos colaborado para que todas esas etiquetas, nos hagan sentirnos distintos de nuestro vecino. Ya somos seres irrepetibles, únicos; no hay ningún otro como nosotros.

¿Nos hemos parado a pensar alguna vez, dónde ha quedado aquella etiqueta con la que vinimos al mundo? ¿Una etiqueta que nadie nos adhirió porque formaba parte de nuestra propia naturaleza? ¿Una etiqueta no escrita, pero que sin embargo decía: “SOY UN SER HUMANO?”

Qué pena que nadie se hubiera preocupado de colgárnosla y, al igual que con las demás, profundizar en su conocimiento y desarrollar todo su potencial, porque de haberlo hecho, en vez de acrecentar nuestras diferencias, hubiéramos contribuido a compartir tantas cosas como tenemos en común, en especial ese anhelo de sentirnos plenos, felices y que tratamos de alcanzar, tal vez, de forma infructuosa con tantas y tantas etiquetas.

Esa etiqueta sí que nos hace ser seres únicos, porque a ese ser humano y solo a ese, se dirige ese soplo de vida en forma de aliento. No se equivoca; llega a él y no a otro. Hubiera merecido la pena que con esa etiqueta colgada, conociéramos mejor al que es portador de semejante regalo.

Cerrado a comentarios.