En tu interior

Al final del día

Te miras delante del espejo y te encuentras con el gran examinador que en silencio te inquiere: ¿Qué tal te ha ido el día? ¿Has conseguido tus objetivos? Le miras con cara de asombro ante esa duda y le respondes:¡ Si, si por supuesto, no iba a conseguirlos! El insiste, te mira fijamente y ahora parece que singulariza: ¿De verdad que has conseguido tu objetivo? Esta insistencia te incomoda; no puedes aguantar su mirada, bajas la cabeza y optas por no contestar, pues sabes que no puedes engañarte a ti mismo. No sabes exactamente a qué se está refiriendo, pero algo te dice, que a pesar de todos tus esfuerzos, algo no has conseguido.

Todos los días te ocurre igual al llegar a este punto; tu boca no pronuncia el no, pero tu corazón lo está sintiendo. Siente que al final del día estás en el mismo punto que partiste al comenzarlo. Siente que no le has colmado, que incluso ignoras de sus necesidades. Abrumado de tanta actividad, aturdido, no has tenido tiempo de percatarte de su anhelo. Y él a estas horas, te lo recuerda.

Decides, como todos los días, que cese el interrogatorio, apagas la luz y te vas.